Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que este ha sido el primer año que de verdad he disfrutado de poner el árbol y los adornos en familia.
Unos años (casi todos), porque no me apetecía; otros, porque algún niño o adulto no estaba de humor; otro, porque, directamente, algún adulto no estaba; otro, porque ellos eran muy pequeños y enseguida se aburrían y acababa poniendo la estrella yo sola con los villancicos de fondo y ellos, en el cuarto de jugar…
En fin, que me lo pasé muy bien porque, entre toda esa marabunta de cajas, purpurina, figuritas de Belén (con sus correspondientes nieve, serrín y arena, ¡uf!), luces y un árbol de más de dos metros, que cualquier día nos hecha de casa, había tres niños riendo, cantando, tocando panderetas y campanas, posando con cada uno de los adornos (¿dije posando?!?!?! ¡Oh, sí!) y exprimiendo y disfrutando cada minuto de aquella tarde (con una luz ho-rro-ro-sa para fotos, eso sí, pero bueno).
Mola la Navidad :)
¡Feliz Navidad a todos!