De esta sesión, además de con los ojazos negros del pequeño Daniel y de su simpatía, me quedo, sin duda, con la complicidad enorme que quedó plasmada en las fotos entre madre e hijo. Es una pena que justo esas no os las pueda enseñar, pero de verdad que no las puedo dejar de mirar.
Y es que tan importante como tener fotos DE nuestros hijos lo es tenerlas CON ellos. Yo tengo muchísimas fotos de mis niños, como os podéis imaginar, pero la verdad es que también procuro salir bastante en ellas. A lo mejor no son las mejores, ni las más naturales y espontáneas, pero ahí están, para mí, para ellos, para siempre.
En fin, que me voy por los cerros de Úbeda…
Os dejo con las fotos que sí que puedo enseñar de este bomboncito precioso de siete meses.